lunes, 6 de abril de 2009

Último latido.



Bueno..pues he escrito un relato corto... haber que os parece:

¿Donde estoy? Estoy envuelta de niebla, pero en mis pies roza una sensación conocida. No me he movido, sigo en la orilla del mar. Esto no debe seguir así, tengo que moverme. Pero hay un problema, ¿acaso recuerdo cómo se andaba? No estoy segura, mis pies llevan veinte largos años estancados en aquella orilla. Un paso, otro paso y otro más hasta que recordé a la perfección como se andaba. Corrí mar adentro, las olas fueron envolviendo mi cuerpo y la sensación fue ta grata que me sumergí bajo el agua. Una corriente me arrastró mar adentro, pero mi corazón no lo notó, llevaba veinte largos años sin latir. Huía de mis recuerdos, pero estos me alcanzaron y me recordaron mis últimos años. Con cuan fuerza me latió el corazón en las semanas que pasé junto a él. Pero era marinero, debía marcharse. Aún así, juró que volvería, pero no lo hizo. Creo que cada uno tiene los latidos contados y no puede cruzar un limite; por eso, cuando él se marchó, mi corazón se quedó silencioso.

Algo me hacía despertar de mis recuerdos, un sonido atronador en mi interior. Estaba en el fondo del mar y moría. Pero mi corazón había latido; sí, definitivamente ese era un latido como los de antes.Un último latido. Un último latido para él. Un último latido para dar paso al silencio. Un último latido para después entregar mi corazón al mar. Un último latido para dejar de vivir la espera eterna. Un último latido para oredecir el final. Observé en mis últimos segundos por el rabillo del ojo que había un barco conocido. El barco que se llevó mi corazón. me arrastré hasta el navío hundido y dejé de existir junto a él. Entonces, todo se volvió negro.
Todo era oscuridad hasta que un fino rayo de luz aclaró mi visión. Solo veía una especie de paredes blancas; pero quizás no eran ni paredes, puede que estubiera ya en el Más Allá. Eso me sobresaltó. Debía abrir los ojos o lo que se hiciera en aquel mundo para encontrarle a él. De repente le sentí cerca, era como si solo estuviera a un paso de obtener lo que tanto anhelaba, lo que tanto ansiaba, lo que mi corazón tanto esperaba. Era todo lo que necesitaba. Volver a estar junto a él y junto a sus brillantes ojos. Intenté recordarlos con totl claridad. hasta entonces sólo había tenido el recuerdo de sus ojos entristecidos cuando me comunicó que se marchaba, que me abandonaba, con la falsa promesa de que volvería. Pero no volvió y yo fuí a buscarle, y¡ estaba a un paso de encontrarle...o a menos. Ahora que estaba en su mundo, veía sus antiguos ojos felices en mi mente con total claridad....solo que...había un pequño cambio...tenían un pequeño matiz de preocupación que se dejaba ver entre la felicidada que irradiaban. ¿Por qué tendría él que estar ...? Oh, lo había comprendido. Yo ya había abierto los ojos.

Sí, era él, su tacto, su olor y las sensaciones que creaba en mí le delataban. Definitivamente, estaba en el cielo. No había hecho falta que yo lo buscara , él me había encontrado antes. Con razón yo lo sentía tan cerca. Mi corazón comenzó a latir continua y desesperadamente cuando él articuló las palabras:

- Casi te matas; casi me matas. –no comprendí muy bien el significado de sus intensas palabras, pero sí me percaté de que había estado al borde de la muerte.

Ah, enconces,¿ Es qué no estaba muerta?¿No estaba en el cielo? Ahora que me fijaba en las paredes, parecían las de un hospital.¿Qué había ocurrido?

-¿Qué ha pasado...?

-¿Qué...qué recuerdas tu?-respondió, temeroso.

-Recuerdo que me ahogaba, que ví tu navío undido y me arrastré para morir con él, contigo, con mi corazón.-hasta ahora no había recibido muestras de cariño por su parte a causa de su inminente preocupación por mi estado, pero yo lo necesitaba, lo anhelaba.- Luego todo se volvió negro.-añadí.

-El barco se undió hace 20 años, el mismo día que me despedí de ti. Yo y un compañero fuimos los únicos supervivientes. Un barco Ingles nos recogió y nos trasladó a su país. Hasta ahora no he tenido ninguna opción de salir, y tu recuerdo me atormentaba día y noche, haciendome sentir desgraciado. Hace dos meses conseguí un barco y la oportunidad de volver, y llevo navegando desde entonces. Tuviste, bueno tuvimos, suerte de que me detuviese a observar el barco undido, lo hice solo por curiosidad y porque había algo allí que me llamaba. Me sumergí y te encontré allí, insconsciente. Te llevé a bordo de mi pequeño barco y te traje aquí. Temí que no sobrevivieras al viaje.- en su voz sonó un tono de amargura muy intenso, y entonces me percaté.

No había dicho temí que no sobrevivieras, sus palabras habían sido exactamente temí que no sobrevivieras al viaje. No estaba seguro de si iba a seguir en este mundo, pero yo ya lo había descubierto. Mi corazón latía energícamente, pero solo para predecir el final.

-Ponte...junto... a mí...quiero...quiero... que estes conmigo cuando... todo acabe.-logré articular haciendo uso de mis últimas fuerzas: el final se avecinaba.

-No es el final de todo, solo de una etapa.-una lágrima surcó su perfecto rostro, el rostro que había anhelado durante tantísimo tiempo. Eso me sentó como una punzada en el corazón; pero cuando se acercó, se tumbó a mi lado y me abrazó , todo se aclaró. El dolor y el miedo a la muerte seguían allí, sí, pero eran algo secundario, no les prestaba mucha atención.

-Puede..que...todo no acabe en la muerte...pero...nosotros..si...acabaremos.-y una lágrima surcó mi rostró. Él se mostró desconcertado.

-Lo nuestro no acabará, no nos separaremos. No soy capaz de planteármelo.-replicó.

-Pero...yo...tú...-lo comprendí. Él me iva a seguir allá a donde fuera, como yo había estado a punto de hacer hace unas pocas horas. Que trágico. Por una parte me horrorizaba, pero me aliviaba el hecho de que no estaría sola, que él me acompañaría allá dónde fuera.

Nos quedamos quietos, en ese perfecto abrazo, esperando la muerte. Quise decirle lo mucho que lo amaba por última vez , que no lo olvidara; pero la oscuridad llegó antes que mis palabras. Mis labios se secaron en mis últimos esfuerzos de articular algo, mis brazos se aflojaron a su alrededor y mi corazón dejó de latir.

Lo último que escuche fue su fino gemído, lo último que sentí fue todo lo que él despertaba en mi interior, lo último que toqué fueron sus brazos que me aferraban con más fuerza, lo último que olí fue su dulce aroma y lo úñtimo que ví fueron aquellos ojos suyos tan encantadores humedecidos.